Era plantera, yerbatera y curandera. Para mí esa es la esencia de la magia. No uso otras cosas; ni sapos, ni altares, ni piedras imán, ni mierda. Luego vinieron las elaboraciones, el espiritismo, la química de los metales, las palabras agoreras de Paracelso, Blavatsky, Flammarion. Todo eso es posterior, apenas un débil reflejo de la facultad verdadera, que no dejó documentos porque no hay libro humano capaz de traducir el lenguaje de las plantas... Ser bruja es contrario a lo que piensa la gente. Lejos de imponerse como una fatalidad, arranca de una negación. Rebeldía ante los caminos que el destino quiso imponernos sin consultar, Montarse en la cresta de la providencia. Hacer del milagro un desafío.
De Angélica furiosa, novela, 1994.