Las memorias que don Pedro no escribió
de Pedro
Aponte Vázquez
Llamo la atención
sobre este libro a quienes les interese la historia de Puerto Rico y la
historia de Estados Unidos, incluso a les estudioses del pensamiento post
colonialista y de la corriente de estudios descolonizadores.
Vine a
saber de él en este año implacable de 2020. Las memorias que Albizu pudo haber
escrito, y que de hecho delineó en sus apuntes, artículos y discursos, y que para
colmo de repugnantes ironía, fueron reseñadas en los enfermizos reportes de los
informantes del FBI y de la policía insular, también animaron los recuerdos de quienes le
conocieron. Han existido de manera latente, pero aparte de la labor que comenzó
Benjamín Torres, en su imprescindible serie
de 'Obras completas', no estaban en ninguna parte. Con el rigor del historiador
que es, Pedro Aponte Vázquez ha armado un libro de memorias que pudieron ser.
Armar un
libro donde los hilos de la ficción se entretejen con las versiones documentales para desenterrar a un Albizu que
se nos escamoteó, a quien intentaron tachar y desfigurar, y que aquí se
recupere mimetizando su voz inconfundible, equivale a ejercer la escritura como
derecho. Me recuerda la conferencia que leyó la ensayista y narradora mexicana
Cristina Rivera Garza dos años después de que se publicaran ‘Las memorias que
don Pedro no escribió’, en 2004. Fue
entre 2005 y 2007, en la Universidad de Puerto Rico, y la conferencia lleva el
nombre de ‘Conjurar el cuerpo: historiar y ficcionar’. A propósito de la confrontación
de su novela Nadie me verá llorar,
con la tesis de investigación histórica que se centró en los personajes y
ambientes que luego recogería la novela, Rivera Garza se pregunta:
”¿Es posible
entrevistar a un documento histórico? … La pregunta intenta llevar al campo
específico de la escritura de la historia la compleja relación que une y
desune, de maneras por demás complejas, el lenguaje oral y el lenguaje escrito,
cuestionando no solo el campo mismo de la escritura de la historia, sino
también el proceso de construcción de la memoria colectiva... ”
A propósito de la recepción, añade una cita de Benjamin sobre la luz que matiza
la lectura de un documento histórico: “cómo refulge en un momento de peligro”[i]
En buena
parte de la historia oficial que marca el tono de los currículos escolares e incluso en
algunas investigaciones académicas, se nos ha
arrancado de cuajo la fisonomía moderna del nacionalismo, su crítica al
modelo de modernización desarrollista y colonialista, desprestigiado ya por
corrientes avanzadas ambientalistas y democráticas, del pensamiento
económico. Se nos ha vendido en monigote
o loco delirante la figura de Albizu, pero
su aprecio sigue cobrando vida contra la corriente, en la cultura
popular y en las artes, v.g. en el monólogo ”El maestro”, de Nelson Rivera.
En ”Las memorias que Albizu no escribió” ( www.lulu.com/albizu) un plano invisible, una
animada proximidad en primera persona, se instala entre el ojo lector y una
rigurosa investigación. La voz de Albizu explica por qué Puerto Rico no es una
colonia, y nos asombra.
El
pensamiento de Pedro Albizu Campos (en estos momentos de peligro ya no es posible
tildarlo de loco o ignorante) fue un instrumento que desmontó la vigencia de
buena parte de las bases ideológicas y míticas de los Estados Unidos: el sueño
americano al alcance de todos; una constitución que niega el espíritu de la
declaración de independencia; el delirio vigente de que Estados Unidos es un
país excepcional, con el destino manifiesto de dirigir el mundo libre; la plena
vigencia del bárbaro derecho de conquista del débil por el fuerte en la
cláusula territorial de esa constitución.
Además, qué
bien escritas, cómo se dejan leer estas memorias.
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