domingo, 11 de septiembre de 2011

Bette Davis fue mi madre



En la primera época del Canal 6, entre la una y las cuatro de la tarde, transmitían películas hollywoodenses de los años cuarenta. Jack Delano era el director del canal. No sé si su estética determinó el banquete de noir y melodramas, pero dudo que alguien recuerde aquellas maravillas con más gusto que yo. A mediados de los años cincuenta comenzaban a envejecer, arrolladas por la vulgaridad Tupperware style de Pillow Talk y las épicas bíblicas. Bendito sea el productor de los matinés televisados. Le dedico el recuerdo de The Magnificent Ambersons, Casablanca, Watch on the Rhine, la ternura de Franchot Tone, la voz de Paul Henreid, la belleza de Tyrone Power. El enigma de Heddy Lamar, “la mujer más hermosa del cine”, quien fue tan mala actriz como inventora importante, y sigue inspirando biografías.

Bette Davis tiene capilla aparte. Los sabios releen. Los no tan sabios volvemos a los lugares comunes del cine. Anoche he vuelto a verlas, a Bette (y a su rival Miriam Hopkins), en Old Acquaintance (1943). Es una película “para mujeres”, modalidad típica de la Segunda Guerra Mundial. Las hembras trabajaban en las industrias bélicas. Se quedaban solas. Despedían en los muelles a sus machos "carne de cañón" y después se iban al cine.

Anoche caí en cuenta. Bette Davis fue mi madre. En Old Acquaintance Davis interpreta a una escritora, Kit Marlowe, modelo de “self-effacement”, algo así como el gesto de “auto-borrarse”. Bette-Kit Marlowe es la “madre postiza” de la hija descarriada de su mejor amiga. Repetición de otro personaje de Davis: la amiga (maternal, solterona and gorgeously dressed) de una muchachita fea en Now Voyager.

Cuando pienso en mis padres biológicos –ausentes como casi todos los padres– y en mi adolescencia –enferma de inseguridades, temores y represiones, como la mayoría de las adolescencias– entiendo. Ese personaje de Bette Davis fue mi madre: brillante, radiante, valiente.

Cierto, el mensaje de los filmes para mujeres afianzó las cadenas del patriarcado. In the end, las mujeres inteligentes no sirven para amas de casa. Además son tramas de consolación. Las escritoras –las buenas y las malas escritoras– se pasean del brazo de hombres guapísimos que terminan en los brazos de otras. Las intelectuales desgraciadas se consuelan con abrigos de armiño y apartamentos de lujo. Y,como consortes vírgenes,sin mediación de la carne, se convierten en madres.

Pero a fin de cuentas las madres, biológicas o virginales, son siempre, radicalmente, patriarcales. ¿O no? Las cosas como son. O las cosas como no son, a la hora de reconocer que aquellas fantasías de luz y de sombra salvaban. Nadie fuma como fumaba Bette y por supuesto, nadie, jamás, ha bajado unas escaleras como ella.

También he vuelto a ver Whatever Happened to Baby Jane y Hush Hush Sweet Charlotte. La vieja murió maquillada y con el sombrero puesto. Es la GRAN ACTRIZ del cine hollywoodense. Dicen que Katherine Hepburn se le compara. Quizás a partir de Suddenly Last Summer, pero Davis tuvo siempre un registro insuperable: villana, puta, santa, reina, mujer dura. Aprendí a leer sus gestos como los hijos aprenden a interpretar el mundo leyendo las caras de sus padres.

Murió alejada de su familia. Su hija renegó de ella. Bette Davis, en el rol de ama de casa, fue otra madre ausente. Otro des-madre.

Baby Jane ces´t moi? Ya quisiera Marta. Baby Jane is my mommie.

Primeros párrafos

Recuerdo cuando recibí el envío de mi sobrina. Leí su letra en una nota breve: quizás me interesaría conservar aquellas cartas. No pensé en ...