domingo, 14 de febrero de 2021

La maldición de una red cantada, o el camino de las hormigas

 


Safariss

 

Al otro día Dugald los recoge en una limosina tan deslumbrante en lujos que la diva parpadea. La fama y la fortuna, en su caso, son un engaño, una conspiración de sus productores. Sus pertenencias cabrían en un rincón de la limosina de Dugald. Al cruzar los portones y salir a la carretera desierta ven un cobertizo techado con retazos mugrientos. Un viejo maldice y reparte su peso entre una lanza y una pierna.

Meriendan en un pent-house de blancura monacal, alquilado y decorado expresamente para deslumbrar a la pareja, ante una mesa donde se presentan con fingida sobriedad botellas de agua de los glaciares de Islandia, vinos y una docena de quesos artesanales franceses y españoles. El agua, los manjares, el champán, los claretes, se degustan de cara a la Bahía de Sydney. Larry, que come con el apetito antiecológico de un gigante, echa de menos unas lascas de jamón. Megan, abstemia con tendencias bulímicas, apenas mastica un queso cáustico con vetas azulosas, criado en un humilde hogar por unas manos envejecidas de trabajo y envejecido él mismo en una caverna enseñoreada por murciélagos bonachones.

Who was he, pregunta Dugald.

We call him Gumpilil, it´s a joke, we might as well call him Dugald.

Call me Dugald, ja, ja, dice Dugald.

Y nos maldice, susurra Megan con voz temblorosa, cada vez que cruzamos el portón. Nuestro parque ocupa una red de líneas cantadas. La songline de sus ancestros, el ant dreaming. Los Trevelyan interrumpen la línea de las hormigas. Desde luego, no sabíamos que al comprar la casa sellábamos una profanación, dice Larry con la boca llena. Olvidamos sumar los consejos de un encantador a los cálculos de los agrimensores. Hoy también lo maldijo a usted, murmura Megan.

Me encantan las maldiciones, me encantan los rituales. El proyecto que les propongo es un ritual, ataca Dugald.

Larry no disimula un bostezo. Ya conocen el concepto, esperan que el director aclare las condiciones restantes, discutido ya el asunto de los honorarios. ¿O es que le parece excesivo el precio de los actores?, pregunta Larry. Dugald se ofende. Él no piensa nunca en dinero, tiene TODO el dinero del mundo. Si quisiera podría vaciar los bancos de Suiza y le sobraría efectivo para comprar un planeta. No se le ocurre hablar de dinero, no sabe lo que es el dinero. Sí tiene la impresión de que a Megan le gustará la isla. Es una maravilla. Megan es otra maravilla; mujer e isla tienen que encontrarse.


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