Tan poco entendía su lugar en la Historia que vivió sin oír jamás
su nombre: Lucy.
su nombre: Lucy.
Tanto le encandilaba su cita con la Historia que le echó
leña al fuego.
leña al fuego.
Tan poco le importaba su rastro en la Historia que martilló
una espada de sesenta y seis dobleces, la probó decapitando a su aprendiz y volvió a fundir el metal.
una espada de sesenta y seis dobleces, la probó decapitando a su aprendiz y volvió a fundir el metal.
Tanto le seducía su habitación en la Historia que se peinaba
antes de acostarse a escribir.
antes de acostarse a escribir.
Tanto le obsesiona su lugar en la Historia que no se
peina antes de guglear su nombre: Lucy.
peina antes de guglear su nombre: Lucy.
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