La erección de torres de telecomunicaciones en el interior montañoso de la isla grande del archipiélago boricua fue uno de los giros transformadores ocurridos en 1917. Aquel fue el año de la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial y, sin el beneplácito de los jefes políticos representantes de los indígenas, de la imposición de una citizenship, (esa cuyo deseo abarrota las filas en las fronteras). Fue, además, el año de la compra al gobierno de Dinamarca, por 20 millones de dólares, de tres de las islas vírgenes −St. Thomas, St. Croix y St. John− además de cayos e islotes adyacentes. Al integrarse bajo un solo propietario pudieron haberse estrechado aún más las relaciones entre las islas de Puerto Rico y las Islas Vírgenes. Pero la integración distendida no figura en los paranoicos protocolos militares.
Volviendo a la estación de telecomunicaciones, descubro que como buena máquina de guerra fue objeto de una
personificación sentimental. La nostalgia de los soldados de mar (un tanto
solitarios en el destierro, como otros oficiantes marinos) les incita a la
humanización de sus barcos, e incluso a la humanización heroica de aparatos como las torres, que funcionaron hasta 1932:
However,
it remained to equip Puerto Rico with a high power radio station. In 1916, the
Department of the Navy submitted a preliminary budget for its construction in
the town of Cayey, “mainly to be used in naval operations.” The following year,
the Naval Funds Act allocated the amount of $40,000 for this project. By 1918
the construction of Cayey´s naval radio station was being completed “which
would not only guarantee communication with North American possessions in the
West Indies, but would also provide a transatlantic service. This station was
one of the 67 constructed by the Department of the Navy during the course of
the war and one of the 5 transoceanic wireless stations in the United States.
Puerto Rico had become part of a vast communications network that spanned the
globe. (NAVCOMMSTA Puerto
Rico – NAU).
La estación de telecomunicaciones construida en el pueblo de mi padre y de mi abuelo, pertenecía al mismo complejo militar que gobernaba en las Islas Vírgenes. El título oficial de la sede del gobierno era St. Thomas US Naval Station. Los pormenores que comparto forman parte de un cartapacio que, según recuerdo, subió a archive.org una sociedad genealógica de las Islas Vírgenes. Cuando intenté recuperar otros archivos que, me parece, formaban parte de esa fuente documental, no pude localizarlos. De modo que los datos siguientes, en una lista o inventario, quedarán como piezas desconectadas de otros documentos de la serie. El nombre del cartapacio comprende la década del gobierno militar en las Islas Vírgenes: Indexof Files Jackets for the years 1917, 1918, 1919, 1920, 1921, 1922, 1923, 1924, 1925, 1926, 1927, 1928. En las páginas que siguen anoto una lista de archivos y temas, con algún comentario.
Para no perder el hilo entre las torres que impresionaron a mi padre y a mi abuelo, parto de una mención del pueblo de Cayey en el índice del expediente, a propósito de una pelea entre borrachos. En la reyerta de cafetín participaron varios soldados, allá por el año de 1922. De hecho, en el índice se anotan varias muertes relacionadas con borracheras (“alcohol investigation”). Pienso que tras dar con este expediente, el único de la serie que pude copiar antes de perder el acceso, no procede volver a desterrarlo en la nube. Me parece más respetuoso copiar los nombres de los muertos a casi un siglo de su mala conducta. Es un homenaje a hombres y nombres irrecuperables, fuera de la memoria de algún descendiente tan desconocido como ellos, anzuelos lanzados al azar en un mar sin referencias, a ver si este libro les llega:
W S Hand, Corporal, USMC, 1922 (muerto)
Matt Colby, Private, USMC, 1924 (herido)
Foster Cohen Cook, no se indica rango, 1926, (muerto)
Kenneth Ivan Curtis Private USMC, 1926 (muerto)
Frank E. Warner, Captain USMV, 1926 (muerto)
Wallace, C.V., Cox USN (herido por civiles en la estación de St. Thomas)
Wander New, atropellado por el camión USN 2819, 1929
Además se menciona un incidente de “disorderly conduct” (¿conducta impropia, o ese calificativo es privilegio de la élite militar?) de militares en Charlotte Amalie en 1919. Nada vi sobre esas muertes en los expedientes, pero encontré detalles sobre una máquina naval. Si es cierto que los hombres de infantería cuidan a sus caballos para que luzcan la gallardía que raras veces caracteriza a los humanos que los montan, los de las fuerzas navales (“marines and navy”) también se dejan seducir por sus embarcaciones.
En el
expediente que contiene el índice de documentos que no pude consultar, se cuentan
detalles de la aventura caribeña de un barco. Debe haber más de un libro
dedicado al amor de los hombres a los objetos mecánicos. En ese libro cabría la
maquinografía de la USS Grebe. El barquito fue, en principio, un barreminas.
Durante los años veinte del siglo veinte, y mientras duró su misión en las Islas Vírgenes,
desempeñó la labor de ferry que cada semana transportaba viajeros no
identificados entre St. Thomas y St. Croix, ida y vuelta.
Esa labor de
obrera contrasta con el uso de la Grebe como yate de ociosos. El 15 de abril de
1929, se la comisionó para transportar a maestras estadounidenses residentes en
la isla grande, como invitadas a un baile de soldados en St. Thomas:
The Grebe will make trips to Fajardo on Wednesday and Saturday this week, leaving here (St. Thomas) at 0800, leaving Fajardo at 1300 hours. On the Saturday trip she will bring back some American school teachers to attend the dance of the Enlisted Men´s Club Saturday night. These teachers will probably be sent back to Fajardo by the Grebe the next day, Sunday, leaving here at 0900.
La
investigadora se acerca a este documento y su riqueza con curiosidad. ¿Acaso se
ha escrito una historia abarcadora, general, sobre las maestras y los maestros
“importados” de Estados Unidos? El documento citado sugiere que los hombres de mar blancos, para no desorientarse en tierra de pieles negras, necesitaban
acercarse a mujeres de pieles blancas. Salta a la vista una curiosa
interpretación de géneros. La Grebe se humaniza con pronombre femenino, es una
“she”. Las maestras, se deshumanizan como paquetes o artículos prestados que
como tales se devuelven en ese “sentback”.
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