El otro día nos volvimos a ignorar
con indiferencia
hablado dragones torcidos al borde
de la cama y sus fogatas.
Desconfiar de mí me cansa más que salir
a la calle, que ir a la yoga, que hacer
el amor y llegar a morir en el intento.
Llevo tantos días encerrada
que el buzón abandonó a "Buenas noticias"
y mi bicicleta se ha olvidado de las
que prometí engancharle en el manubrio
todas las mañanas. La literatura
me ha podrido la vida que soñé de niña
y le ha hecho una casa sin ventanas,
la literatura me tiene de rehén mirando
hacia la casa, lamentándome.
Te quiero porque te gustan
las imperfecciones
Un lunar tan grande
La carencia de una morusa
misteriosa y espía.
Las encías, las grietas
en mi ceño, las órdenes
interminables
que entra por la ventana
con el ruido de los trabajadores.
Te envié una carta
Sé que se tardará un poco en llegarte,
pero me parece un buen remedio
para la impaciencia.
Hacía mucho que no escribía a mano.
Seré breve. El futuro es pensar
y me has acompañado aunque no lo parezca, hemos ido juntos
adonde me ha llevado la palabra.
La memoria igual que el amor
Mi abuela tenía un biombo grande.
en una tienda de la capital.
Nosotras nos sentábamos
en el balcón todas las tardes
a saludar vecinas que salían de la parroquia
en frente de la casa. Yo miraba
los elefantes en el biombo y a las señoras.
Un día mi hermana heredó
el biombo, los elefantes.
Los puso de cabecera en la cama.
Otro día tú y yo hicimos el amor junto al biombo
mientras mi hermana estaba en la
visitando a su primer amor que no veía
hacía siete años.
Todo
en la memoria de los elefantes.
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