Apología del sofrito
(Del naufragio de Angélica furiosa)
Foto: Marién Vélez
No se trata, por Dios, de arte folklórico, según piensa el mediocre de Abelardo Cabrera, mi vecino, el mediquito rebanador de callos. Quien tan pocas luces trajo al mundo confundiría la piedra filosofal con un cálculo del riñón. Tampoco es arte sagrado. Soy alquimista, pero no me nubla el entendimiento la parafernalia de aquellos divinos locos ni dejan de divertirme las mierdas que echaban en la retorta para asegurar, con el aire apestado y el caldo de los sesos rezumante de excremento, que habían creado oro.
El verdadero reino de este mundo está en el caldero de Ramona. Centro de la Tierra, Santo Grial del Pimiento, semilla metálica que al germinar nos devuelves a las sendas familiares, arrullados por el canto de vida y esperanza del asopao más sustancioso, capaz de resucitar al cadáver más muerto. Tan prieto como el carbón de su culo, donde el aceite rubio chisporroteante recibe el rayo de sol del ají campanero, el llanto subterráneo de la cebolla, la media luna oculta del ajo enemigo. El tomate enano es una variante solar que aleccionó a los italianos seductores. La poderosa hoja de la paz es el cilantro del monte, que aquí en mis campos llaman recao, porque posiblemente acompañaba las cartas que se enviaban a los parientes pueblerinos, escritas en un castellano arcaico, de rasgos como rizos. A este maridaje de esencias rindo pleitesía en una tela para la que fabriqué pigmentos preciosos con esencias terrenales y corporales. El efecto es semejante al de la pared de una cueva subterránea. El pimiento de Weston pasado por un pilón haitiano para honra eterna de la musa.
Periódicamente renuevo los fluidos, imitando el gesto del sumo sacerdote egipcio cuando reponía los bálsamos conservadores de las momias sorprendentes.
(Angélica furiosa, 1994)
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1 comentario:
Y pensar que algo tan sencillo origine alimentos tan sabrosos!
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